11/10/17

¿Cómo vivir con un andropausico? [11-10-17]


¿Cómo vivir con un andropausico?

En qué se parece un temblor a la convivencia con un andropáusico? No, no se trata de una adivinanza sino de una pregunta seria que se encubre bajo una formulación graciosa”, explica la psicóloga argentina Beatriz Goldberg en su flamante libro ¿Cómo convivir con un andropáusico? Sobreviviendo a la menopausia masculina, de editorial Lumen que a finales de octubre estará en las librerías mexicanas.

“Es que en realidad la andropausia, como la menopausia o la adolescencia o como toda etapa vital que produce cambios a nivel físico y psicológico, provoca un temblor de grado 7 en quien la atraviesa y otro temblor interior en las personas que rodean a quien está viviendo ese periodo crítico. El problema es que mientras que los adolescentes y las mujeres menopáusicas están al tanto de que atraviesan una etapa vital con cambios a nivel fisiológico y psicológico, la andropausia en cambio, no es un tema de gran difusión social ni médica. Justamente por eso, suele suceder que el andropáusico no encuentra disponible una explicación socialmente aceptada para lo que le sucede. Se siente ‘raro’, disminuido, enojado consigo mismo, disconforme con su aspecto, peleado con sus sentimientos. Y, con frecuencia, estas sensaciones de falta de confort consigo mismo las proyecta sobre su entorno inmediato”.

Y su entorno inmediato reacciona a sus actitudes de distintas maneras, pocas veces óptimas. Muchas mujeres, por falta de información, se enojan con ellos, los regañan y no cesan de echarle en cara sus manías. Lo que no saben es que esas manías son la consecuencia de un volcán que se ha abierto en su interior y producen irritabilidad, mal humor, deseo de discutir, hostilidad hacia la pareja y los hijos, pelea permanente con el mundo.

A lo largo de 200 páginas, con un estilo fresco y burbujeante, la psicóloga termina con el mito machista que también las mujeres se encargan de sostener con su silencio o su falta de conocimiento sobre los cambios físicos y psicológicos que sufren los varones pasados los 45 años. Porque es verdad que sobre este tema la sociedad calla. “Si se ha instituido que a una mujer no se le debe preguntar la edad, más aún lo está que los hombres no envejecen con el mismo ritmo”.

Aquí el adelanto de algunos puntos que se destacan a lo largo del libro.

“Siempre joven”
Un andropáusico es, casi sin excepción, un hombre que no puede aceptar que ha envejecido. Y no toda la culpa de su ceguera es de él. La sociedad misma lo ayuda a no ver lo evidente. Hasta ciertos sexólogos varones dicen que la andropausia no es el equivalente masculino de la menopausia porque un hombre no pierde su capacidad reproductiva.

Pero lo cierto es que los espermatozoides también envejecen. Igual que los óvulos, tienen la misma edad del cuerpo que los produce. Lo único que jamás envejece en los hombres es su capacidad de fantasía. Los hombres pueden seguir fantaseando que tienen 20. Nunca dejan de ser niños, dice la autora y se pregunta cómo reconocer que un hombre ha entrado de pleno en la andropausia, y cómo puede una mujer darse cuenta que su marido, su viejo amante, su amante nuevo, su amigo íntimo, su nueva pareja, en fin, ese hombre de más de 45 años que está a tu lado o bastante cerca de ella está atravesando esa etapa crítica.

Aquí va un verdadero identikit de un andropáusico para que las mujeres sepan a qué atenerse: Tiene insomnio, se siente cansado, está deprimido, últimamente tiene algunos desacuerdos con su pene, a veces se ruboriza y tiene calor o está hipersensible e irritable.

Lo suyo, dice la autora, es una caída hormonal normal pero que tiene hondas repercusiones psicológicas. Pero quizá él no se deje ayudar por un psicólogo.

Señas particulares del andropáusico creativo
Es un hombre que sabe reconocer la edad que tiene, no se tiñe el pelo para disimular las canas ni se hace peinados ridículos para ocultar su calvicie.

• No cree que la andropausia sea el fin de la vida, sino el comienzo de una nueva etapa que puede ser tan productiva como las anteriores.

• No supone que una chava de 20 puede contagiarle por ósmosis su juventud.

• Aunque su cuerpo no es el de antes, sus ganas de vivir son las de siempre.

• Es capaz de aplicar respuestas inmediatas ante los nuevos desafíos que le plantea la vida.

• No teme hablar con su pareja de sus sentimientos de pérdida.

• No cree que el hecho de que alguna vez su pene no le responda como a los 20 sea una razón suficiente para hacerse el haraquiri.

• Es capaz de generar nuevos proyectos.

• No vive su vida como si estuviera jugando un “tiempo de descuento”, sino que lo hace en plenitud.

• No se regodea en la autocompasión.

• No le echa a la mujer la culpa de sus problemas.

• No compite con sus hijos.

• No se cree el centro del mundo, por lo tanto, no piensa que éste gira en torno de sus síntomas andropáusicos.

• Puede hacer algún tratamiento rejuvenecedor sin avergonzarse, pero también sin cifrar en él la esperanza de que podrá hacer que el tiempo vuelva atrás.

• Se controla periódicamente y se informa a través de lecturas sobre la etapa que está atravesando. La creatividad es la consecuencia de la inteligencia, y él está convencido de que el conocimiento y la comprensión cabal de cada una de las etapas de la vida ayudan a sobrellevarlas mejor.

• Es un hombre que se deja querer y no gruñe como un oso cada vez que se le pregunta qué le pasa.

Atención: bastará con que un hombre reúna la mitad de estas características para que puedas considerarlo un andropáusico creativo.

Tipologías
Aunque la negación es una característica universal del andropáusico, los hay de diversas clases:

1) El nostálgico: cree que el hábito hace al monje y, en consecuencia, se viste como si tuviera 30 años menos, usa la jerga de los adolescentes y adopta la pose de conquistador con las amigas de la hija o de la sobrina. En tren de confesiones íntimas, es capaz de describirse como un insaciable, un conquistador empedernido, un erotómano descontrolado.

2) El duro: sabe que su testosterona está en baja pero finge que no le importa. Le tiene tanto miedo al ridículo que prefiere autoproclamarse anciano antes que aceptar que puedan ser otros quienes lo rotulen de ese modo. Encara la vida como si estuviera viviendo un tiempo complementario y toma cualquier señal como un indicio indiscutible de que está viejo, gastado, acabado.

3) El cartesiano: considera que la madurez es la hora de la sabiduría y que el saber es la potencia de quienes ya no tienen 20 años y no deja de opinar sobre todo, meterse en lo que no le importa, y sentenciar sobre todo como si su palabra fuera ley.

4) El científico: considera que no hay barrera que la ciencia no pueda superar y echa mano de aparatos de gimnasio, pastillas de toda clase, dietas macrobióticas con pasión fundamentalista.

5) El vergonzante: es un andropáusico que se maquilla la edad pero que pretende hacerles creer a los demás que no se fija en su apariencia A su alrededor comienzan a desaparecer las máscaras capilares y faciales, los tintes de cabello, los catálogos de institutos estéticos para practicarse liposucciones.

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